Revisión
I
Inscribo mi tiempo en un tiempo infinito. Me proyecto hacia futuros o pasados remotos, más allá de donde puedo ver o imaginar. No considero nacimientos ni muertes, ya conozco esas ilusiones. Las abstraigo. Como un matemático, un lógico, un filosofo. o como un Kandinsky, me abstraigo, me sustraigo. Cosa popular la abstracción en estos días. Abstraigo todo, lo que veo lo que siento lo que pienso. Como un budista con una licuadora, junto todo en un remolino, y ya nada se distingue, y ya todo es homogéneo. Elimino de este texto la designación y ya nada tiene nombre, y ya las palabras no representan. Son por si solas, y todo es etéreo, todo es abstracto, todo es vago, neutro, genérico, incierto, indeterminado, abstruso, inconcreto, amorfo.
Y me estiro, como una lámina de hule, y lo hago más allá de todo ímite, y me expando hacia los bordes impropios del infinito que nunca alcanzo. Y ya nada tiene forma, ya nada tiene sentido. Y así, impersonal y aislado de toda relación con la realidad, me acompaño por siempre de tu ausencia.
II
Y ya empezamos. Ya perdido en un éter incoloro, inodoro, insaboro, Ya envuelto en una nada, he invocado tu recuerdo. Como un conjuro, evoco tus caricias y el perfume de tu piel. Y hago alquimia con tu nombre convirtiendo este cuento, esta ausencia, esta nada, en oro puro. Y me pierdo divagando. Y pienso en la nada, y en todo, y en el amor, cosa abstracta, que nunca llega, que nunca está, que no conozco. Y de pronto no soporto a los profesores, académicos, filósofos, lógicos, matemáticos; menos aún a los poetas. Decido quemar esta abstracción. Y con ella toda la poesía para que con ella se vaya el amor. Y le declaro la guerra a todo lo que a tí me recuerda. A los símbolos, a las letras de tu nombre, a la textura de las rosas y al aroma del otoño. A la vieja ciudad donde te ví, y a la negrura que huye cada mañana, y se mezcla entre los textos y las canciones, la negrura omnipresente.
Y renuncio a mí mismo, para evitar tu recuerdo. Y me doy cuenta que no eres mía, y no puedo sacudirme tu ausencia, tu ausencia que me acompaña por la calle, tu ausencia que me susurra al oído por las noches, tu ausencia que me tiene lejos, siempre lejos.
Y es necesario entonces acabar con las palabras. Con estas palabras. Romper la tensión que me ata a tu figura, a traves de esto que escribo. Y romper esta abstraccion, que llenas dejándome vacío. Me abstraigo de tí, y ahí estás, como un ideal, como el fín de una búsqueda sin sentido. Dejo el mundo de lo intangible, huyo de tu recuerdo, de la esperanza de tenerte, de mi mente que divaga en torno a tí, que te busca y no te encuentra, del recuerdo de que estoy aqui, solo, pensando en tí. Y regreso al mundo real.
III
De vuelta en este mundo, mundo de piedras y de viento, de madera y de tierra, de metal, plástico, vidrio, fibra de vidrio, hormigón, corcho, caucho, textiles, y mi propia piel. Y adivino en cada cosa, en cada figura y cada imagen: lo intangible, lo sutil que bajo dello se esconde. Y el cielo inalcanzable me roba un suspiro, sigo en ti pensando. Y el abismo implícito, el vértigo de un vacío que en todo se adivina, me recuerda al vértigo que guardan tus ojos, para los forasteros como yo. Y no te olvido, y ti ausencia sigue aquí, conmigo. Y no puedo escapar, lo intenté, y no me deja en paz tu nombre. Y ya no invoco tu nombre. Y ya no quiero saber que para ti no existo, y que para ti no soy nadie.
Y te escribo esto, aunque no lo leas, aunque no lo haya escrito, y me abstraigo de nuevo, en un círculo vicioso.
Las palabras se salen del mundo abstracto y se dibujan en la mente. Acomodaste cada adjetivo en el lugar preciso. Me gustó mucho.
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