Dentro de un rato iré a leer al Cafe Tal. Ya lo tengo todo trazado. Me siento en algún lugar, cerca de las ventanas, no importa, he venido a cumplir una misión. Leo un rato algún libro de cuentos mientras espero su llegada. Ah, ¡aquí viene! La reconozco porque viene cargada de libros, cuadernos. Por lo demas, nunca en mi vida la he visto. Me distraigo leyendo un rato más, esperando mi oportunidad. Verán, el Café Tal es un lugar perfecto para llevar a cabo mis planes; siempre hay alguien estudiando, haciendo su tarea, o trabajando en su tesis. Llego antes del atardecer, antes de que se llene de mtemáticos, que ya todos se conocen y han acabado por conocerme, y así no se puede. Ah, aquí viene mi oportunidad. Tal (el gato local) se pasea entre las mesas. La mujercita está sentada en la mesa junto a la mía, así que será fácil. La miro por el rabillo del ojo conforme se acerca el gato. Como algo casual, un curioso accidente, nuestras manos se rozan cuando queremos acariciar a Tal. Me mira, la miro. Sonrisas. Volvemos, en fin, a nuestros asuntos. El gato se le acerca y yo sonrío mirándola cuando lo acaricia. Ella lo nota, es todo tan sutil. Ah, pero amigo lector, ¿para qué te mareo con detalles si ya tú sabes cómo es esto? Contacto visual, sonrisas, una palabra y listo. ¿O es que tu no acechas a las mujeres guapas? Entonces diría que te conozco aún menos de lo que pensaba.
Volviendo a mis asuntos, termino de leer, dejo a un lado el libro y ya inspirado me dispongo a escribir. Con natural calma dejo el libro a un lado, saco mi cuaderno y ¡Vaya sorpresa! Por una extraña casualidad he dejado mi pluma en casa. Lástima, tan inspirado que estaba. Mas una súbita idea cruza por mi mente. A mi lado hay una dama haciendo su tarea, ¿No le sobrará entre sus curiosidades una pluma? Ah, muchas gracias (sonrisa), ahora si que puedo escribir.
Dejo a mi pluma correr, escribo tal vez unos versos:
La luna nueva no se deja ver
El sol cansado ya se va a dormir
Mi chocolate ya se está acabando
Pero tu sonrisa, ¡Tu sonrisa conmigo se queda!
No es necesario romperse la cabeza, basta escribir algo sencillo. Escribo otro rato, en otra hoja, otras cosas, un cuento tal vez, ¿quién sabe? No hay prisa, en un rato me iré. Está todo bien planeado. Bajo el poema escribo algunos datos míos. Guardo todo, tranquilo, me levanto y me dirijo a mi vecina. "Gracias por la pluma" (sonrisas). Cuando esté ya yo fuera notará ella que con la pluma hay un papel: un pequeño poema y abajo mi nombre y la dirección de mi blog.Y así, querido lector, es que en tan solo 2 semanas han aumentado felizmente las visitas del blog. Mi pluma se queda en casa mañana puedo regresar al Café.
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